lunes, octubre 26, 2009

MUMONKAN. LA BARRERA SIN PUERTA.

Zenkei Shibayama: Comentarios Zen al Mumonkan. La Barrera sin Puerta, La Liebre de Marzo, Barcelona, 2005.
Título Original: Mumonkan

“La mente de Buda es la base y la Puerta del Drama no tiene puerta. Si carece de puerta ¿cómo pasar por ella? ¿Habéis oído que “nada que pase por la puerta puede ser un tesoro familiar-cualquier cosa que se consiga casualmente siempre está sujeta al cambio?”. Estas charlas servirán para levantar olas cuando no hay viento o provocar una herida en una piel sana. Es incluso más estúpido aquél que se apega a las palabras y frases y luego intenta conseguir la comprensión. Es como integrar golpear la luna con un palo o rascarse el zapato cuando nos pica el pie. No tiene nada que ver con la verdad”.

Este texto pertenece al prefacio de Mumón (Zen-shu Mumonka “La barrera sin puerta del zen”) y se muestra a los esquemas cognitivos dominantes en Occidente como un enigmático desafío discursivo, un reto gnoseológico que, en apariencia, pudiera oscilar entre la absurdidad y cierta fantasía onírica. No obstante, ha estimulado inveteradamente, dentro del Budismo Zen, los anhelos de búsqueda espiritual, la venturosa persecución de una experiencia elemental de lo real.
Añadamos, para dificultar aun más la cuestion, que, en tanto que documento atribuíble a la tradición zen, invita a la meditación mediante una quiebra fundamental de los códigos de la lógica racional. En tal sentido, anticipa ejemplarmente el abanico de “sentencias”, denominados koan, que aguardan en lo sucesivo de esta excepcional obra a fin de abrir una grieta en los muros inaccesibles de nuestra comprensión cotidiana.

En un primer momento, el Mumonkan se publicó originalmente en China hacia finales de la dinastía Sung del Sur (siglo XIII d.c) y, desde entonces, ha sido uno de las más importantes referencias dentro de los círculos zen al recoger una colección sumamente representativa de 48 koan con sus teiso (comentarios) correspondientes. A diferencia del Hekigan-roku (“La recopilación del acantilado azul”), con un estilo rayano en lo poético-espiritual, el Mumonkan presenta sus koan de modo más simple, con las miras puestas al aprendizaje concreto de las comunidades budistas.

Los 48 koan contenidos en el Mumonkan son los siguientes:
• El “Mu” de Joshu
• Hyakuyo y un zorro
• Gutei levanta un dedo
• El extranjero no tiene barba
• El hombre colgado de un árbol, de Kyogen
• Sakyamuni levanta una flor
• Joshu dice: “Lava tus cuencos”
• Keichu construye carros
• Daitsu Chisho
• Seizei, un pobre monje
• Joshu ve la verdadera naturaleza de dos ermitaños
• Zuigan grita “Maestro”
• Tokusan llevan sus cuencos
• Nansen mata al gato
• Tozan recibe sesenta golpes
• El sonido de la campana y el hábito del sacerdote
• El Maestro Nacional llama tres veces
• La tres libras de lino, de Tozan
• La mente de cada día es el Tao
• Un hombre de gran fuerza
• Mierda seca en un palo, de Unmon
• Kasho y la bandera
• No pienses ni en el bien ni en el mal
• Abandona palabras y silencio
• La charla del monje del tercer asiento
• Dos monjes enrollan las cortinas de bambú
• Ni mente, ni Buda
• Famoso Ryutan
• Ni el viento ni la bandera
• La mente es Buda
• Joshu prueba a la anciana
• Un no-budista pregunta a Buda
• No mente, no Buda
• La sabiduría no es el Tao
• Sen-jo y su alma están separadas
• Encontrarse con un hombre del Tao en el camino
• El ciprés en el patio de entrada
• Un búfalo pasa por una ventana
• Unmon dice: “¡Se te ha escapado!”
• Dando una patada al cántaro
• Bodhidharma y la paz mental
• Una mujer sale de la meditación
• Shuzan y un bastón
• Basho y un palo
• ¿Quién es?
• Dar un paso al frente desde lo alto de un poste
• Las tres barreras, de Tosotsu
• El único camino, de Kempo

El Mumonkan es viva expresión de la senda recorrida por el budismo zen (concretamente la escuela zen Rinzai), en cuyo origen, la presencia de Bodhidharma (siglo VI) brilla con luz propia. Cierto es que su evolución no es homogénea ni se ve privada de controvertidas divergencias. La historia nos provee de evidentes ejemplos cuando señala a Shen-hsiu la fundación de la Escuela del Norte, efímera y pronto destinada a desaparecer, mientras que Hui-neng, por el contrario, personifica el inicio de la duradera Escuela del Sur que, al tiempo, se dividirá en dos escuelas: Seigén y Nangakú. Posteriormente, de esas dos escuelas se conformarán otras 5 escuelas: escuela soto (fundada por Tsing Yuen), escuela rinzai (fundada por Nan-yüeh), escuela igyo (fundada por Wei-shan), escuela ummón (fundada por Yün-men) y escuela hogén (fundada por Fa-yen).

De igual modo, el Mumonkan recoge en sus páginas el espíritu genérico y las profundas motivaciones que dieron vida a la corriente del budismo zen. Su meta, en la medida en que se encuadra dentro de la tradición espiritual jiriki (es decir, búsqueda de la salvación por los méritos propios y personales), se encuentra en el satori o consecución experiencial (no especulativa) de la iluminación mediante la inmersión íntima en el estrato no discriminado de lo real. Al hilo de ello, S. D. Suzuki es capaz de extraer del satori, varias características esenciales:

Irracionalidad: se trata de un estado vital que se alcanza al margen de todo razonamiento.

Introspección intuitiva: impulsa una inmersión de carácter intuitivo y espontáneo en la propia naturaleza de lo real.

Autoridad: el satori no puede ser refutado o invalidado mediante una argumentación lógica.

Afirmación: la negación no supone un valor en la vida.

Sentido del más allá: aunque la experiencia es personal, se encuentra asentada en lo que supera al yo.

Tono impersonal: el estado de satori se encuentra exenta de matiz personal o humano.
Sentimiento de exaltación: el satori barre los límites y fronteras gnoseológicas y culturales que conforman al individuo.

Momentaneidad: la conquista del satori no es progresiva sino espontánea e imprevisible.

En esencia, la columna vertebral del Mumonkan la forman, no nos engañemos, los escuetos e insondables 48 koan, más allá de los extensos comentarios que les acompañan. El koan supone un singular objeto gnoseológico desde la que se vértebra la narrativa histórica de los movimientos Zen tanto en China como en Japón. El koan se integra en el zen, en tanto que vía intelectual ajena a toda conclusión teórica y conceptual al uso. No es posible interpretarlo desde un punto de vista filosófico ya que no descansa en una idea o en un concepto. De hecho, trasciende toda palabra o acto al maniobrar extrayendo la negación absoluta mientras afirma absolutamente. Esto supone no pocas y profundas angustias, de hecho una transformación radical, para el sujeto apegado a las discriminaciones convencionales que fundamentan la vida cotidiana. Ya no nos ubicamos en el plano de la comprensión intelectual sino en un nuevo panorama espiritual ajeno a lo correcto / incorrecto, a la unidad / múltiplicidad. Desde su apariencia verbalizada despliega un puente, en muchas ocasiones de manera traumática, que encamina al iniciado hacia la misteriosa experiencia del Satori. Existen, además diferentes tipos de Koan, como por ejemplo el Koan Nanto, destinado a pulir la espiritual de los estudiantes tras el satori. Igualmente, algunos Koan pueden utilizarse para subrayar la Unidad, otros para mostrar el funcionamiento de la Unidad en la diferenciación, y otros aún para ilustrar que esta unidad es diferenciación y la diferenciación es la unidad. En todo caso, el koan trasciende el cuestionamiento racional establecido, precisamente, porque su fin es quebrantar la conciencia dualista y “abrir un nuevo panorama a nuestro ojo espiritual interno”.

En el caso de esta edición del Mumonkan, los koan se encuentran apoyados por los comentarios (teisho) de Zenkei Shibayama, maestro zen (Roshi) del Monasterio de Nanzenji desde 1948 a 1967. Con todo, y a pesar de que la lectura de estos escritos logran sumergirnos en el núcleo cosmovisionario del budismo zen, de que cada extraordianrio koan nos impulsa misteriosamente hacia la comprensión profunda, únicamente la vivencia íntima encamina al iniciado por la vía del satori. Vivencia que, por lo demás, trasciende pericias gramaticales y elocuentes construcciones discursivas para guarecerse en el “silencio” primordial.

A modo de introducción en esta materia, D. T. Suzuki: Budismo Zen (3 vol), Kaiten Nukarika: La religión de los samurai, H. Sahashi: Zen (El Zen-Budismo), Masao Abe: Zen and Western Thought, J. González Valles: Historia de la filosofía japonesa, S. Hodge: Zen de los maestros. La sabiduría del Zen según los maestros tradicionales.

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