martes, noviembre 24, 2009

KOAN DE LA SEMANA


"Mi felicidad no depende tanto de las cosas que me ocurran como de lo que yo haga con ellas"

PILI

QUE ES EL ZEN


El zen es una escuela interior que nos enseña a afrontar los retos cotidianos con claridad y armonia. Para aquellas personas que no pueden o no tienen la oportunidad de poder acudir a un lugar donde se practica el zen, el zendo (que es una sala de meditación), se puede acceder por la lectura de libros de los maestros antiguos: Taizen Dehimaru o Sunruy Suzuky etc. Y también se puede acceder a la meditación en la propia casa de uno. Para ello es recomendable poder tener unos 20 minutos por la mañana y 20 minutos por la tarde, en posición de sentado en una silla o con un cojin en el suelo y los pies entrecruzados, con la mano izquierda reposando sobre la palma de la mano derecha. Con la columna recta, y con los ojos ligeramente entreabiertos, concentrándose en la respiración, dejando que la mente adquiera los pensamientos que desee, sin actuar sobre ellos, y dejando que estos paseen y pasen sobre nuestra mente como las nubes en el cielo. Sin identificarse en ninguno de ellos, dejando que entre y salgan, pero siempre con la concentración en la respiración.

ZEN saciones para la vida diaria


Toda enseñanza es como una balsa
hecha para hacer una travesia,
pero a la que no hay que atarse.

Siddharta Gautama (Budha)

lunes, noviembre 16, 2009

EL MOMENTO PRESENTE



LA VERDADERA FELICIDAD.

LA verdadera felicidad no tiene causa.

La felicidad, su felicidad o mi felicidad, no es nunca provocada por algo. La verdadera felicidad es algo que surge desde nuestro propio interior y nos envuelve. Es un estado de uno mismo, un estado interior.

No hay que confundir la felicidad, con saciar nuestros deseos o necesidades.

lunes, noviembre 09, 2009

EL ZEN Y LA CRISIS DE LA CULTURA OCCIDENTAL. LEONARDO BOFF



Zen y la crisis de la cultura occidental
2009-09-11

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Vengo insistiendo desde hace tiempo en que por detrás de la crisis actual económico-financiera actual hay una crisis de paradigma civilizatorio. ¿De qué civilización? Se trata obviamente de la civilización occidental, que a partir del siglo XVI fue mundializada por el proyecto de colonización de los nuevos mundos.

Este tipo de civilización se estructura en la voluntad de poder-dominación del sujeto personal y colectivo sobre los otros, los pueblos y la naturaleza. Su arma mayor es una forma de racionalidad, la instrumental-analítica, que compartimenta la realidad para conocerla mejor y así someterla más fácilmente. Después de quinientos años de ejercicio de esta racionalidad, con los innegables beneficios que ha traído y que encontró en la economía política capitalista su más cabal realización, estamos constatando el alto precio que nos ha hecho pagar: el calentamiento global, inducido en gran parte por el industrialismo sin límites, y la amenaza de una catástrofe previsible ecológica y humanitaria.

Estimo que todos los esfuerzos que se hagan dentro de este paradigma para mejorar la situación serán insuficientes. Serán siempre más de lo mismo. Tenemos que cambiar para no perecer. Es el momento de inspirarnos en otras civilizaciones que ensayaron un modo más benevolente de habitar el planeta. Lo que fue bueno ayer, puede valer también para hoy.

Tomo como una de las referencias posibles el zen budismo. Primero, porque ha influenciado todo el Oriente. Nacido en la India, pasó a China y llegó a Japón. Después, porque ha penetrado ampliamente en estratos importantes de Occidente y de todo el mundo. El Zen no es una religión. Es una sabiduría, una manera de relacionarse con todas las cosas de tal forma que se busca siempre la justa medida, la superación de los dualismos y la sintonía con el Todo.

Lo primero que hace el budismo zen es destronar al ser humano de su pretendida centralidad, especialmente del yo, núcleo básico del individualismo occidental. Él nunca está separado de la naturaleza, es parte del Todo. En seguida, procura una razón más alta que está más allá de la razón convencional. Se niega a tratar la realidad con conceptos y fórmulas. Se concentra con la mayor atención posible en la experiencia directa de la realidad tal como la encuentra.

«¿Qué es el zen?» preguntó un discípulo al maestro. Y éste respondió: «las cosas cotidianas; cuando tienes hambre, comes, cuando tienes sueño, duermes». «¿Pero no hacen eso mismo todos los seres humanos normales?» -atajó el discípulo. «Sí» ―respondió el maestro― «los seres humanos normales cuando comen piensan en otra cosa, cuando duermen, no pegan ojo porque están llenos de preocupaciones». ¿Qué significa esta respuesta? Significa que debemos ser totalmente uno en el acto de comer y totalmente entregados al acto de dormir. Como ya decía la mística cristiana Santa Teresa: «cuando gallinas, gallinas, cuando ayuno, ayuno». Esta es la actitud zen. Empieza por hacer con la máxima atención las cosas más cotidianas como respirar, andar y limpiar un plato. Entonces ya no hay dualidad: estás todo tú en todo lo que haces. Por eso, obedece a la lógica secreta de la realidad sin la pretensión de interferir en ella. Acogerla con el máximo de atención nos hace integrados porque no nos distraemos con representaciones y palabras.

Esta actitud le ha faltado al Occidente globalizado. Estamos siempre imponiendo nuestra lógica a la lógica de las cosas. Queremos dominar. Y llega un momento en que ellas se rebelan, como estamos constatando actualmente. Si queremos que la naturaleza nos sea útil, debemos obedecerla.

No dejaremos de producir y de hacer ciencia, pero lo haremos con la máxima conciencia y en sintonía con el ritmo de la naturaleza. Orientales, occidentales, cristianos y budistas pueden usar el zen de la misma forma que peces grandes y pequeños pueden morar en el mismo océano. Es otra forma de vivir que puede enriquecer nuestra cultura en crisis.



Leonardo Boff

domingo, noviembre 08, 2009

KOAN DE LA SEMANA



UN GOLPE DE ZEN.

El maestro zen, Hakuin, solía hablarle a sus discipulos sobre una mujer mayor que tenia una tienda de te, alabando su entendimiento del Zen. Los estudiantes se negaban a creerle, y solian ir a la tienda a comprobalo por ellos mismos.

Cuando la mujer los veia entrar, podia saber de un vistazo si venian a por te o a fisgonear sobre su entendimiento del Zen. En el primer caso, los atendia con gusto.

En el segundo, les pedia a los alumnos que les siguiesen a la trastienda. En el instante en que les obedecia, los golpeaba con un hierro para atizar el fuego.

Nueve de cada diez no escapaban sin un golpe.

domingo, noviembre 01, 2009

KOAN DE LA SEMANA


" Al dármelo me lo quitan ".
Este es mi Koan de esta semana.
Es un Koan enviado por Emma desde Berlin
Lo encuentro precioso.

Cada semana publicaremos "el Koan de la semana " enviado por todos vosotros.